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Necesitamos trabajar para ampliar y fortalecer la alimentación escolar en ALC, dice Representante de la FAO en Brasil

En entrevista a la plataforma RAES, Rafael Zavala evalúa el rol de la alimentación escolar para afrontar la inseguridad alimentaria

Paulo Beraldo

Luego del lanzamiento de un informe mundial que muestra que la inseguridad alimentaria afecta a 4 de cada 10 latinoamericanos, el Representante de la FAO en Brasil, Rafael Zavala, señala que se debe trabajar para fortalecer las políticas públicas existentes que ya contribuyen a reducir la inseguridad alimentaria, como los programas de alimentación escolar, las compras públicas para la agricultura familiar y los programas de protección social.

En entrevista a la plataforma RAES, Zavala, quien está en Brasil desde 2018, dice que el país sabe cómo reducir la inseguridad alimentaria y la desigualdad en las ciudades y en el campo. Recuerda que fueron cinco las estrategias que hicieron que el país saliera adelante y se convirtiera en un referente regional y mundial.

El primero fue la lucha contra el hambre. En segundo lugar, el aumento de los ingresos a través de la elevación del salario mínimo y, en tercer lugar, la creación de puestos de trabajo. El cuarto punto fue fortalecer la alimentación escolar, así como los comedores comunitarios y los restaurantes. Y, por último, el fortalecimiento de la agricultura familiar a partir de compras institucionales, tanto para escuelas como para otros establecimientos públicos.

“Brasil tiene excelentes experiencias con políticas públicas que se pueden ampliar y tiene las herramientas y el conocimiento para caminar hacia el cumplimiento de las metas de acabar con el hambre”, dice. “Afortunadamente, el país, a través de la Cooperación Internacional Brasil-FAO, ha puesto a disposición de los países varias de estas iniciativas desde el 2009 y ha contribuido significativamente al desarrollo regional”. A continuación la entrevista completa.

Los datos del informe “El estado de la seguridad alimentaria y nutricional en el mundo (SOFI 2022)” muestran un aumento significativo de la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe. Hay 56 millones de personas con hambre y otros 93,5 millones en situación de inseguridad alimentaria grave. ¿Qué pueden hacer los países de la región para reducir la inseguridad alimentaria?

Es fundamental que los países trabajen para reconstruir las economías, que se han visto gravemente dañadas por la pandemia de COVID-19. También es necesario mirar detenidamente a las mujeres, especialmente a aquellas que trabajan en empleos rurales no agrícolas en los sectores de servicios e industriales, vinculados al turismo y la preparación de alimentos. Con la pandemia, la agricultura siguió avanzando, sin embargo, lamentablemente todos los trabajos relacionados con el turismo, el comercio y la manufactura, principalmente realizados por mujeres, se han visto interrumpidos.

Sabemos que en la región de América Latina y el Caribe el hambre es un problema de falta de ingresos, desigualdad y pobreza. No es por falta de alimentos, principalmente porque la región es la principal exportadora neta de alimentos, y produce lo suficiente para satisfacer la demanda de alimentos del doble de su población.

Los programas de protección social y transferencia de ingresos para las poblaciones más vulnerables son grandes ejemplos de políticas públicas para este momento, así como el fortalecimiento de los programas de alimentación escolar y compras públicas. Además, quiero enfatizar que el hambre no es solo un desafío para los gobiernos nacionales, sino también para los gobiernos municipales, estatales y de la sociedad civil, tanto en Brasil como en toda nuestra región.

Usted citó el fortalecimiento de los programas existentes, como la alimentación escolar y las compras públicas. ¿Cómo asegurar la permanencia de estas políticas?

Es crucial que la sociedad civil se movilice y que la clase política sea consciente de la importancia de estas políticas en Brasil y en la región. Los programas de alimentación escolar brindan regularmente alimentos a alrededor del 20% de la población de los países y reducen la presión de la inseguridad alimentaria, que se ha observado particularmente en el período de la pandemia.

Además, impulsan la economía local con compras públicas a los agricultores familiares del entorno de las escuelas, actuando contra el hambre de manera transversal y generando beneficios para todos los involucrados en esta amplia cadena. Me gusta decir que la alimentación escolar es una política en la que todos ganan y un “gamechanger”, una gran impulsora para promover sistemas alimentarios más justos, sostenibles y resilientes.

¿Cuál es el impacto de esta política hoy en nuestra región?

Cada día escolar, los 41 millones de estudiantes brasileños tienen acceso a alimentos frescos, saludables y nutritivos, muchos de los cuales se compran a agricultores familiares locales. Además, estos programas implementan acciones de educación alimentaria y nutricional, muy importantes para promover hábitos de consumo saludables y sostenibles en las nuevas generaciones. En nuestra región son atendidos 85 millones de estudiantes y necesitamos fortalecerlos y consolidarlos, como viene haciendo la Cooperación Internacional Brasil-FAO.

También es importante que los gobiernos fomenten la producción, el suministro y el consumo sostenibles de alimentos nutritivos. Es necesario hacer que las dietas saludables sean menos costosas y más accesibles, lo que se puede garantizar con el apoyo a la agricultura familiar. Apoyar la agricultura familiar significa generar ingresos para millones de hombres y mujeres, promover el desarrollo territorial local, reducir el éxodo rural y garantizar alimentos sanos y nutritivos para las poblaciones.

Tenemos otro desafío en nuestra región, que es el aumento de la obesidad, resultado del consumo de alimentos poco saludables. Este problema también afecta a los niños y niñas, que serán los consumidores del futuro, y si tienen sobrepeso, tendremos en el futuro una generación con enfermedades no transmisibles. ¿Usted puede hablar más sobre el rol de la alimentación escolar frente a este reto? 

Este es otro punto muy importante de la alimentación escolar. A través de la implementación de acciones de educación alimentaria y nutricional (EAN), la alimentación escolar permite a los estudiantes tomar conciencia de los impactos nutricionales y ambientales de sus elecciones de consumo. Y eso es conocimiento para toda la vida, un conocimiento que irradia a sus familias y a su futuro.

Por eso, además de garantizar una alimentación sana y nutritiva para los estudiantes, al vincular la compra de alimentos a la agricultura familiar, el programa de alimentación escolar promueve la renta y el desarrollo de los agricultores locales. Es fundamental para la transformación de los sistemas alimentarios asegurar la construcción de circuitos cortos de producción y consumo.

Paralelo a esto, es necesario desarrollar políticas capaces de promover cambios en el comportamiento de los consumidores, que tendrán resultados en la salud, el medio ambiente y en varios otros sectores. Solo será posible acabar con el hambre y la obesidad si transformamos nuestros sistemas alimentarios para que brinden una mejor nutrición, una mejor producción, un mejor medio ambiente y una mejor calidad de vida, sin dejar a nadie atrás.