Los programas de alimentación escolar (PAE), al impulsar las compras públicas de alimentos, aseguran el derecho humano al alimento en las escuelas y, de igual modo, al adquirir los Estados los productos del agricultor local, se apoya la economía rural, con otras ventajas asociadas: reducción de los precios y de la inflación
Violeta Villar Liste/La Web de la Salud
Ciudad de Panamá, Panamá – Najla Veloso es coordinadora del Programa de Alimentación Escolar de la Cooperación Brasil- Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Pero ante todo es maestra.
Ser maestra le enseñó que no se aprende solo con buena voluntad. Era maestra de alfabetización en una escuela pública en Brasil cuando descubrió en los ojos de sus alumnos que el hambre, y también la tristeza, vuelve inútil, hasta el cansancio, intentar que se aprenda una regla de tres, la lección de historia o la lógica gramatical: El hambre también va a la escuela
Durante mucho tiempo asumió “el fracaso de algunos estudiantes como una derrota personal”, sin embargo, con el tiempo, comprendió que aspectos como la falta de alimentación saludable son realidades que van en contra de cualquier proceso de aprendizaje.
Hoy Najla Veloso, la maestra que fue y es, desde su posición en la FAO, ha logrado ser parte de la solución al integrar el equipo que impulsa la alimentación escolar como una estrategia, que además de favorecer el aprendizaje, garantiza la seguridad alimentaria y nutricional.
“Hay comida para todos. Nuestra región tiene comida; el sistema convencional es el excluyente. El tema es lograr que llegue a todos”, reflexiona, quien es una enamorada del valor pedagógico del alimento.
Veloso ha visitado en varias oportunidades Panamá. Estuvo de manera reciente a propósito de un taller de expertos internacionales, como parte de una iniciativa del Sistema de las Naciones Unidas, a través de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en apoyo al Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) y el Ministerio de Educación (Meduca) en Panamá.
Durante este diálogo se enfatizó en cómo los programas de alimentación escolar (PAE), al impulsar las compras públicas de alimentos, aseguran el derecho humano al alimento en las escuelas y, de igual modo, al adquirir los Estados los productos del agricultor local, se apoya la economía rural, con otras ventajas asociadas: reducción de los precios y de la inflación.
El éxito, observa Veloso, radica en la buena articulación interinstitucional entre educación, agricultura y salud, los tres ministerios que van a dialogar para que esta oferta de productos frescos, sanos y adecuados llegue de una manera económica, eficiente y atienda la demanda de todos los días de la escuela.
Najla Veloso explica que la alimentación escolar es para la FAO una política que tiene varios frentes y repercusiones en la vida de los estudiantes y la principal, además de favorecer procesos educacionales fuertes y mantener a los alumnos en la escuela, es garantizar condiciones de seguridad alimentaria y nutricional.
“La FAO observa que la seguridad alimentaria es base del éxito humano, por eso apoyamos los frentes estratégicos de una mejor nutrición, alimentación y ambiente para una vida mejor”. Explica que relacionarse con los alimentos desde la escuela aporta una experiencia lúdica y del conocimiento.
Saber, por ejemplo, de dónde viene un banano integra los conocimientos de ciencias, matemáticas e incluso los idiomas. Por otra parte, en la medida que el escolar aprende a comer en la escuela, en casa esperará de su familia una preparación más saludable. Es el círculo virtuoso del alimento.
El reto de alimentar en pandemia
-¿Qué pasó con los escolares en casa cuando inició la pandemia? -Cuando las escuelas se cerraron nos tomó a todos por sorpresa. Los PAE son programas sistemáticos que funcionan al entregar los alimentos en la escuela y todos los días lectivos.
Nuestro esfuerzo como FAO es que sean saludables, adecuados a la edad, productos naturales, frescos, libres de grasa, de azúcar y de procesamiento industrial. Es decir, el desafío es consolidar programas de alimentación escolar sanos y saludables para todos los estudiantes
Otro tema es entender lo que se come, de dónde viene el alimento y su valor nutricional. Los países tenían muy claro el proceso de la entrega de los alimentos (planificación, producción, compra, distribución y posconsumo) pero en el circuito de la escuela, por lo cual el cierre tuvo un impacto muy fuerte.
Además, los gobiernos temían que la crisis sanitaria se pudiera configurar en una crisis de inseguridad alimentaria y nutricional.
Los PAE en la región, de acuerdo con la FAO, atienden a 86 millones de estudiantes. De estos 86 millones, al menos 10 millones tienen en la escuela la única alimentación. Todo un desafío para los gobiernos con límites burocráticos, económicos y administrativos.
“La FAO, con el apoyo de la cooperación de Brasil, trató de manera inmediata de llamar a los países a dialogar con respecto a la situación. Hicimos reuniones virtuales con audiencia con 14 países (Panamá entre ellos) y se produjo un reporte”, señala Veloso.
Lo más desafiante fue cómo pasar de entregar comida a los estudiantes a las familias. En muchos casos el mercado de alimentación escolar, que es de compra pública, se preocupó en mantener productos no perecederos en los kits para garantizar el empleo en el campo.
En países como Brasil la entrega de alimentación escolar fue por estudiante así que hubo familias que tenían más de un kit.
-¿Cuál es el panorama de los programas de alimentación escolar en un contexto poscovid-19?
-Es una situación desafiante, en particular en algunos países de baja renta, porque a la familia le gustó este tipo de protección.
Ocurre que la función de un PAE no es dar apoyo a grupos vulnerables: es un programa que garantiza el derecho humano a la alimentación adecuada en la escuela, para todos los estudiantes.
En la perspectiva de FAO no pasa solo por atender el hambre, es garantizar acceso a una dieta saludable y evitar los malos hábitos alimentarios. Se trata de educar, y formar, desde el plato, en la escuela.
La obesidad o el sobrepeso no son privilegios de las clases vulnerables y por eso todos deben ser educados.
La alimentación escolar es un cambio de cultura, un derecho humano que fortalecemos con los PAE, aliados con otras políticas de recuperación económica y protección social.
El desafío, subraya, es retomar un plato caliente, mantener el derecho humano de alimentarse bien en la escuela en un escenario complejo: más pobreza extrema, inseguridad alimentaria y mayor consumo de procesados en un momento de recuperación.
-¿Cuáles son las experiencias más novedosas en la región, vinculadas con alimentación escolar?
-La gran innovación que estamos logrando es volver a fortalecer los procesos de compras públicas en los países. Que se desarrolle la economía local con los recursos de los propios moradores, quienes, al vender al Estado los productos con los cuales se prepararán los alimentos de los PAE, podrán fortalecer su comercio.
Son muchos los desafíos. Hay problemas que van desde el censo agropecuario, saber quiénes son los productores, qué producen, además de saber dónde están, si están habilitados para ofrecer comida al Estado y saber a qué precio les van a pagar.
Se inclina por fomentar el cooperativismo porque es la manera más concreta y fácil de llegar al productor.
En relación con el pago al productor, hay países que han logrado cancelar en 30 días y, en el caso de Brasil, es contra entrega. “El gobierno debe entender que se trata de un pequeño productor y no puede esperar”.
FAO destaca que programas como Estudiar sin Hambre de Panamá cumple varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 en Panamá.
“Entre ellos, el ODS2 sobre la erradicación del hambre, el ODS1 a través de los mecanismos de adquisición de alimentos, mediante la compra de la agricultura familiar que implementa el programa; los OSD3 Y 4, con los componentes de alimentación y educación, entre otros”.
FAO promueve en Panamá “el fortalecimiento integral de sus unidades productivas, la asociatividad empresarial y redes de la innovación, así como fortalecer la institucionalidad pública con una visión de inclusión al tiempo de facilitar mecanismos sencillos pero efectivos para la inclusión y participación de género”.
Del encuentro en Panamá, Veloso resaltó que ya hay leyes favorables, la voluntad política explícita y, muy importante, el consenso sobre la necesidad de alcanzar a todos los estudiantes en el tiempo posible, con la meta de una dieta saludable que es parte del camino en la recuperación poscovid: el alimento como un eje social y de transformación educativa.