Artículo: Desafío global, solución local: cómo la alimentación escolar puede contribuir a enfrentar la crisis climática

Najla Veloso, secretaria ejecutiva de la Red de Alimentación Escolar Sostenible (RAES) y especialista senior en alimentación escolar de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)

Vivimos en una era en la que los desafíos económicos, sociales y ambientales de los países están interconectados y afectan la vida de millones de personas en todo el mundo, especialmente las más vulnerables.

La crisis climática, por ejemplo, es una realidad innegable, con consecuencias devastadoras para la población global. Viviendas destruidas, cultivos arrasados, inundaciones y sequías extremas, entre otros fenómenos, afectan los medios de vida de miles de familias, obligándolas a migrar en búsqueda de supervivencia.

Según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo¹ de 2024, elaborado por cinco agencias de las Naciones Unidas, aproximadamente 733 millones de personas padecen hambre y 3 mil millones no tienen acceso a una alimentación saludable.

En América Latina y el Caribe, el hambre afecta a 41 millones de personas, mientras que la inseguridad alimentaria moderada o grave alcanza a 187,6 millones. Estas cifras han disminuido en los últimos años: 4,3 millones de personas han dejado de pasar hambre y 37,3 millones han superado la inseguridad alimentaria moderada o grave desde 2021, según el informe Panorama de la Seguridad Alimentaria en América Latina y el Caribe (ALC)², publicado en enero de 2025.

Además, este documento regional destaca que 20 países de la región son vulnerables a eventos climáticos extremos y a la variabilidad del clima. El Panorama también resalta el significativo aumento del precio de los alimentos. Se puede inferir que el cambio climático está exacerbando la inseguridad alimentaria y nutricional, sumándose a problemas estructurales como los altos niveles de desigualdad, pobreza y la falta de acceso a dietas saludables debido a su alto costo. El informe revela que, entre 2019 y 2023, el hambre aumentó un 1,5% en los países afectados por la variabilidad climática y por eventos como sequías, inundaciones y tormentas, entre otros.

La buena noticia es que, a pesar de tantas adversidades, existen políticas que pueden contribuir a enfrentar estos desafíos. Una de ellas es la alimentación escolar, que beneficia a aproximadamente 418 millones de estudiantes en el mundo³ y tiene el potencial de garantizar la nutrición de los estudiantes, educar sobre temas alimentarios y ambientales y fortalecer la agricultura familiar, un sector aún vulnerable en muchos países. Al priorizar la compra a pequeños agricultores, los gobiernos locales impulsan el desarrollo territorial y promueven prácticas agrícolas más sostenibles.

El Programa Nacional de Alimentación Escolar de Brasil (PNAE), ejecutado por el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación (FNDE), ha sido considerado un modelo exitoso de este tipo de acción en muchos países, especialmente en América Latina y el Caribe. Se destaca, entre otras razones, porque exige que al menos el 30%⁴ de los recursos federales destinados a la alimentación escolar se utilicen para la adquisición de productos de agricultores familiares. En 2022, un estudio del FNDE reveló que el promedio nacional de compras de productos locales alcanzó el 45%, superando la meta establecida. Muchos países de la región han avanzado en la implementación de compras locales y están superando sus desafíos para fortalecer este mercado interno.

Este modelo de política pública con productos locales contribuye al fortalecimiento de la economía local, promueve circuitos cortos de producción y consumo y desempeña un papel importante en la preservación de la biodiversidad. Al mismo tiempo, genera empleo, ingresos y dignidad para miles de personas en comunidades rurales, reduciendo la migración hacia las ciudades en búsqueda de mejores oportunidades. 

También permite planificar la producción, garantiza una mayor variedad de productos y contribuye a la reducción de las emisiones de carbono. Asimismo, apoya a los agricultores en la adopción de prácticas sostenibles y resilientes al clima, protegiendo sus medios de vida y asegurando un mercado estable, previsible y seguro.

Además, fomenta prácticas de conservación del suelo y del agua, garantizando su disponibilidad a largo plazo. También promueve la diversificación de cultivos, incluyendo productos más resistentes a los extremos climáticos.

Además del fortalecimiento de la agricultura familiar, otro componente crucial que los programas de alimentación escolar pueden ofrecer es la educación alimentaria y nutricional (EAN), que desempeña un papel fundamental en la promoción de hábitos alimentarios más saludables entre las nuevas generaciones y en la concienciación sobre el impacto de la producción de alimentos en el medio ambiente. Esta educación informa, transforma y fomenta un sentido de responsabilidad individual, incentivando elecciones alimentarias conscientes que pueden contribuir a mitigar los efectos del cambio climático.

El Panorama 2024, mencionado anteriormente, destaca la acción integral y multisectorial de la alimentación escolar, entre otras políticas públicas, como una posible alternativa de protección social y garantía del derecho humano a la alimentación adecuada para los estudiantes, especialmente los más vulnerables. De este modo, contribuye a reducir la inseguridad alimentaria y a fortalecer la resiliencia de las familias frente a crisis y eventos climáticos extremos.

Además de estas posibles contribuciones, los programas de alimentación escolar ofrecen una oportunidad de diálogo entre gestores, técnicos, docentes, agricultores y otros actores sobre las más de 1.000 millones de toneladas de alimentos que se pierden y desperdician cada año en el mundo, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)⁵. Es importante recordar que una de las metas más desafiantes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es reducir a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos en la producción, el comercio minorista y el consumo para 2030.

Para que estas soluciones sean efectivas y replicables, es fundamental garantizar una articulación eficaz entre los gobiernos, la sociedad civil y las instituciones internacionales, así como promover un cambio cultural en cada estudiante y cada familia. Por ello, es importante considerar que el intercambio de mejores prácticas y el diálogo continuo sobre soluciones locales permiten generar conocimiento, aplicar innovaciones sociales en diferentes contextos y fortalecer las políticas sociales implementadas.

En este contexto, la asociación entre el Gobierno de Brasil, a través de la acción del FNDE y la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC), y la FAO desde 2009 ha sido un ejemplo de impulso regional hacia las transformaciones necesarias. Juntos, la FAO y los gobiernos han trabajado para consolidar y fortalecer los programas de alimentación escolar. En 2018, esta cooperación resultó en la creación de la Red de Alimentación Escolar Sostenible (RAES), un espacio de diálogo e intercambio de experiencias y buenas prácticas que ya ha involucrado a 26 países en sus acciones.

Esta cooperación ha promovido diversas actividades, como diálogos virtuales entre los países de la región, misiones técnicas para el intercambio de buenas prácticas de programas de alimentación escolar y, especialmente, la capacitación de profesionales que trabajan con este tema. 

La RAES y sus miembros están construyendo una agenda regional de alimentación sostenible en 2025, conscientes de que los efectos del cambio climático representan uno de los mayores desafíos que la región debe enfrentar. Paralelamente, trabajan para garantizar que todos los estudiantes de la educación pública tengan acceso a una alimentación de calidad, reconociendo el papel crucial que desempeñan los programas de alimentación escolar en la lucha contra el hambre, la garantía del derecho humano a la alimentación y la promoción de hábitos de consumo saludables.

Nuestro desafío regional es ampliar esta comprensión entre más gestores, para que todos se sientan comprometidos con el fortalecimiento, la consolidación y la expansión de sus programas, conscientes de su enorme potencial para enfrentar el mayor desafío climático de todos los tiempos. Sabemos que el desafío es global, pero que las soluciones se aplicarán a nivel local. Para ello, estamos trabajando.

Fuentes consultadas:

  1. FAO, IFAD, UNICEF, WFP and WHO. 2024. The State of Food Security and Nutrition in the World 2024 – Financing to end hunger, food insecurity and malnutrition in all its forms. Rome.
  1. FAO, IFAD, PAHO, UNICEF and WFP. 2025. Latin America and the Caribbean Regional Overview of Food Security and Nutrition 2024 – Building resilience to climate variability and extremes for food security and nutrition. Santiago.
  2. WFP. 2022. State of School Feeding Worldwide 2022. Rome, World Food Programme.
  1. Governo do Brasil. Compra de alimentos da agricultura familiar para a alimentação escolar registra avanço nos últimos anos. Disponível em: https://www.gov.br/fnde/pt-br/assuntos/noticias/compra-de-alimentos-da-agricultura-familiar-para-a-alimentacao-escolar-registra-avanco-nos-ultimos-anos
  1. United Nations Environment Programme. 2024. Food Waste Index Report 2024. Think Eat Save: Tracking Progress to Halve Global Food Waste. https://wedocs.unep.org/20.500.11822/45230