El documento es dirigido a profesionales de los programas de alimentación escolar y es una iniciativa de la Cooperación Internacional Brasil-FAO en alimentación escolar y de FAO Campus
Paulo Beraldo
Brasília, Brasil, 7 de mayo de 2024 – Realizado en 2019, el Diplomado en educación alimentaria y nutricional fortaleció las capacidades de 167 profesionales para el desarrollo de acciones de educación alimentaria y nutricional adaptadas a los contextos específicos de cada programa de alimentación escolar nacional. Con el objetivo de identificar los efectos del diplomado, a partir de los aprendizajes adquiridos en esta capacitación, la Cooperación Internacional Brasil-FAO en alimentación escolar y FAO Campus lanzaron un estudio que hace un recogido de las experiencias de cuatro países: El Salvador, Honduras, el Perú y República Dominicana.
La publicación “Capacitación y prácticas de educación alimentaria y nutricional en programas de alimentación escolar: experiencias en cuatro países” reúne datos y testimonios de los participantes, de los tutores del curso y de otros actores involucrados.
El diplomado se llevó a cabo en el segundo semestre de 2019 en el marco de la cooperación entre el Gobierno de Brasil, por medio de la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC) y el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación (FNDE), y la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con el objetivo de sensibilizarlos acerca de la importancia de los programas de alimentación escolar y capacitarlos para desarrollar acciones de EAN adaptadas a los contextos específicos de cada programa.
El estudio fue publicado por el proyecto Agenda Regional de Alimentación Escolar Sostenible para América Latina y el Caribe, ejecutado conjuntamente por la ABC, el FNDE y la FAO. El contenido fue producido con la colaboración de FAO Campus, que apoyó el desarrollo del estudio y las capacitaciones.
El documento, que evaluó los resultados de esta experiencia, trajo hallazgos importantes como el hecho de que las pasantías en terreno tuvieron efecto directo en la mejora del ambiente alimentario escolar y mostró que la implementación de intervenciones de EAN impactaron no solo a los participantes, como también a distintas instituciones y actores, generando efectos multiplicadores.
También se comprobó que el diplomado contribuyó a la comprensión y capacitación sobre la importancia de programas de alimentación escolar considerados en su integralidad para promover la seguridad alimentaria y nutricional y los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Además, promovió la valorización profesional de los egresados, ya que muchos se convirtieron en tutores de cursos y coordinadores de proyectos en sus países.
“Otro hallazgo no solo del documento sino que del trabajo en cooperación en alimentación escolar llevado a cabo desde el año 2009 por la Cooperación Brasil-FAO es la comprobación de que la capacitación de estos actores es un importante elemento para asegurar la calidad y sostenibilidad de los programas, especialmente en casos de cambios en las administraciones gubernamentales”, dijo Najla Veloso, coordinadora del proyecto Agenda Regional de Alimentación Escolar Sostenible para América Latina y el Caribe.
“Muchos de los efectos encontrados en este estudio pueden y deben haber sido consecuencia de la suma de las muchas acciones y actividades desarrolladas desde 2009, incluyendo el diplomado y otras actividades desarrolladas por los propios gobiernos como parte del proceso de fortalecimiento de sus políticas y programas de alimentación escolar”, expresó.
Karina Crespo, coordinadora de FAO Campus, también agrega que los logros obtenidos en educación alimentaria y nutricional en estos países no son resultado solamente de este diplomado, sino de un conjunto de actividades y acciones estratégicas implementadas en el marco del desarrollo de sus políticas nacionales.
A su vez, comentó que el diplomado fue una oportunidad única para impulsar procesos de transformación considerando “el cambio de prácticas a nivel individual, la adopción de mejoras en el nivel institucional, y la generación de entornos propicios, que permitan avanzar a partir de estas prácticas hacia el desarrollo de políticas públicas, la generación de normativas y la sensibilización de otros actores importantes, como las familias, los proveedores de la agricultura familiar y las autoridades locales, entre otros”.